Para todo negocio con planes de expansión, sea e-commerce o no, el material audiovisual es una de las más poderosas armas de marketing, por lo que es importante plantearnos la subtitulación de vídeos en otros idiomas para lograr el máximo alcance de nuestras ofertas y crear un entorno de comodidad online para cualquier persona de cualquier parte del mundo. Seguramente pienses en un subtitulador como alguien que escucha lo que se dice en el vídeo y lo escribe en la parte inferior de la pantalla — traducido, por ejemplo— , pero hay mucho más.
Si no queremos caer en errores de aficionado que dificulten la lectura y hagan que la audiencia deje de ver nuestro vídeo, debemos saber responder antes una serie de preguntas como: ¿Qué programas de subtitulación voy a utilizar? ¿Qué color? ¿Cuánto tiempo estará en la pantalla? ¿Cuántas líneas pueden tener y cuántas palabras tendrá cada línea? ¿Y si no cabe la oración? ¿Cómo escribo las cifras? ¿Qué evitar? ¿Como diferenciaré diálogos, frases inacabadas, etc.?
Aunque algunas preguntas parezcan poder responderse con criterio propio, la subtitulación se ha estandarizado — aunque no de manera oficial— para que los subtituladores tengan una guía y sigan estrategias de subtitulación comunes.
Opciones muy conocidas son los programas de descarga gratuita Aegisub y VirtualDub. Con Aegisub, generaremos los subtítulos dándoles los tiempos de aparición y tendremos una vista predeterminada de estos junto al vídeo a medida que los vayamos escribiendo. Los subtítulos se guardarán de manera aislada, por lo que habrá que incrustarlos en en el vídeo con VirtualDub, grabar el resultado y guardarlo.
El objetivo es la claridad. Los espectadores también necesitan tiempo para disfrutar de la imagen y de la música. Por ello, un subtítulo debe ser breve y conciso. Evitaremos repeticiones, redundancia, conectores y toda información evidente o innecesaria.
Preparación: Aunque cada traductor sigue su método, se recomienda transcribir previamente todo el contenido en su idioma original para luego traducirlo teniendo un texto de referencia y evitar así parar y reanudar el vídeo cada vez.
Color: Escogeremos un color claro para los subtítulos, como el blanco o el amarillo claro, cuando el fondo no requiera lo contrario.
Longitud: Cada subtítulo tiene un máximo de dos líneas; no medimos las líneas por palabras, sino por caracteres. Así, una línea no puede superar los 35 caracteres. Esto nos puede llevar a preguntarnos qué hacer cuando los supera y toca dividir la frase en las dos líneas del subtítulo. La división se hará cortando la frase en un punto que altere lo menos posible la fluidez de lectura — cambio de un sintagma a otro, por ejemplo.
Si la frase tampoco cabe en un solo subtítulo, habrá puntos suspensivos al final de este y al principio del siguiente, para indicar que es una continuación.
Duración: El subtítulo debe aparecer en pantalla cuando el personaje empieza a hablar y puede permanecer durante un número determinado de segundos dependiendo de cuántos caracteres contenga.
Estas son solo algunas de las muchas pautas que sigue un subtitulador profesional y que dan evidencia de que la subtitulación es mucho más que escuchar lo que se dice y escribirlo.
Se precisa conocimiento de las normas de subtitulación, dominio de las herramientas y una estrategia con fundamento, además de saber distinguir y trabajar con las diversas disciplinas de la subtitulación, entre las que se encuentra la subtitulación para sordos, que tiene otras convenciones diferentes.
Por ello, agencias de traducción como BigTranslation ofrecen servicios a la altura de estas necesidades y garantizan un resultado final repleto de estética y calidad.
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