Todos sabemos la tarea que desempeña un traductor: trasladar el significado de un texto de un idioma a otro. Pero, ¿qué hay detrás de una buena traducción? Detrás de cada traducción hay un trabajo que nadie puede imaginar: documentación, elaboración de glosarios, búsqueda de la terminología específica, traducir y REVISIÓN. Sí, revisar las traducciones es fundamental para que una traducción sea un éxito. Si no sabes por qué, sigue leyendo…
¿Qué ocurre al no revisar?
¿Cuántas veces hemos visto textos publicitarios o informativos que nos han provocado una carcajada? Todos estos errores en las traducciones pueden deberse a diversos factores, pero pueden evitarse revisando la traducción.
Los traductores somos también seres humanos y, como todas las personas, también cometemos errores. A nadie le gusta cometer errores en su trabajo, pero a todos nos puede pasar… En nuestro caso, cuando traducimos, podemos cometer errores ortotipográficos, errores de puntuación, entre otros muchos…
La satisfacción que nos entra a los traductores cuando terminamos de traducir es TAN GRANDE que casi no podemos ni creérnoslo. Sin embargo, nuestra tarea no puede quedar ahí. Cuando terminamos de traducir, puede parecernos que todo está correcto, sin embargo, todo es cuestión de dejar “reposar” la traducción. Cuando volvemos a echarle un vistazo después de un buen rato, somos capaces de darnos cuenta de lo que verdaderamente está bien y los errores que hemos podido pasar por alto. La traducción no puede vivir sin la revisión ni viceversa.
Por todo ello, antes de entregar nuestro trabajo, es esencial que leamos, revisemos y volvamos a revisar y editar lo que hemos hecho con el objetivo de no entregar una mala traducción. Nos aseguraremos, por lo tanto, de que nuestro cliente quede más que satisfecho con nuestro trabajo.
Aquí os dejamos algunas de las razones por la que la revisión tiene un papel fundamental en el arte de la traducción.
Cuando hacemos una primera revisión, vemos los errores más llamativos que, aunque sabemos de sobra que están mal, por rapidez o por despiste hemos pasado por alto: normalmente, en esta fase, se corrigen los errores ortográficos y gramaticales. Estos errores son los más fáciles de corregir con una simple lectura. Por lo tanto, ¿por qué entregar una traducción con errores de ese tipo si podemos corregirlos revisando la traducción?
Además, cuando volvemos a leer nuestro texto, sabremos si nuestra traducción suena natural o no. Con otras palabras, cuando una persona lee una traducción, tiene que leerla sin dificultades y sin que se dé cuenta de que es una traducción. Por lo tanto, en la fase de revisión, tendremos la oportunidad de hacer que nuestro texto sea lo más natural posible sin perder, por supuesto, el sentido del original.
Una vez hecho esto, podemos entregar nuestra traducción a otro revisor. Es innegable reconocer que cuatro ojos revisando son mucho mejor que dos. Y es que tanto en la traducción como en la vida real, siempre es más fácil ver los errores de los demás que ver nuestros propios errores. Una segunda persona, podrá darnos su opinión y tendremos muchas más posibilidades de que nuestra traducción sea de gran calidad.
Cuando revisamos, evitamos situaciones desagradables que pueden ponernos en evidencia como traductores. A los traductores, como a cualquier persona, nos gusta que nuestro trabajo esté bien hecho y que nadie ponga en evidencia lo que hemos hecho. Todo esto se puede evitar revisando.
Por todo ello, las malas traducciones no son más que el resultado de no haberse documentado correctamente o haber dejado atrás a nuestra mejor aliada, la revisión.