Los traductores son gente modesta y reconocen que para alcanzar unos estándares de calidad hacen falta años de experiencia y especialización que los conviertan en la persona indicada para el trabajo. Esto no quita que las necesidades de conseguir clientes nos obliguen en ocasionas a embellecer nuestras capacidades para ofrecer servicios adicionales que no dominamos perfectamente, como cualquier otra empresa con sus productos.
Aunque esto no significa necesariamente que no seamos la persona indicada para el trabajo, porque nunca aceptaríamos un trabajo para el que no seamos capaces de dar el 100%. Si nosotros somos una empresa y estamos buscando un buen traductor, ¿cómo podemos encontrarlo cuando no hablamos la lengua de destino?
Aspectos relacionados con la traducción
Además de los títulos universitarios y demás cualificaciones, un buen traductor debe contar con la experiencia necesaria en el campo que requiere la traducción. Este será el primer indicio que hay que buscar para reconocer a un traductor profesional. Sin la preparación necesaria es difícil que una persona pueda dedicarse a la profesión, pero tampoco sin la experiencia. En muchas ocasiones, personas que dicen llamarse traductores no hacen sino utilizar traductores automáticos que luego corrigen de acuerdo a lo que ellos creen más adecuado. Un traductor profesional jamás confiará en este tipo de herramientas, que además consideran una aberración para la práctica de la profesión, lo cual no quita que puedan ser muy útiles en otros momentos. Nosotros podremos reconocer este tipo de traducciones por las estructuras calcadas del original que nos suenen raro en el idioma de destino.
La traducción requiere de un aprendizaje constante que quedará reflejado en el reconocimiento de palabras o frases complicadas. En ocasiones, no se trata únicamente de traducir lo que dice un texto, sino de reconocer cuáles son los aspectos que requieren mayor atención. Si fuera tan sencillo, cualquiera con un diccionario sabría realizar una traducción. Pero nada más lejos de la realidad. Saber reconocer las dificultades, las normas culturales, las frases hechas y todos los elementos que componen un texto es más complicado que buscar el significado de una palabra en el diccionario. Por este motivo, un traductor profesional tendrá la sensibilidad para avistar las dificultades y dar con las mejores soluciones. Y esto solo se aprende con la experiencia.
La revisión es el último elemento que destacaremos en esta entrada. Un traductor profesional no entrega un trabajo con el que no esté completamente contento. Para llegar a esa conclusión, antes habrá realizado las tareas de revisión gramatical y ortotipográfica necesarias para obtener un resultado con el que esté conforme. Además de eso se asegurará de que todo el texto haya sido traducido. Nosotros podremos realizar una rápida comprobación de la traducción buscando si todos los elementos del texto original están presentes en la traducción, ya que cualquier omisión sería una prueba de la baja calidad del trabajo.
Aspectos no relacionados con la traducción
Aparte de su trabajo en sí, la traducción, el traductor profesional será un experto en los otros aspectos que rodean la práctica de la traducción, como por ejemplo el trato con los clientes o el precio de las traducciones.
Trato: un traductor con años de experiencia nos hará sentir que estamos tratando con la persona adecuada desde el primer momento. Un traductor profesional reconoce que el trato con el cliente es primordial para que el cliente sepa que siempre habrá alguien que pueda resolver sus dudas o adaptarse a sus necesidades en cualquier momento, independientemente del volumen o recurrencia.
Precio: por último, un aspecto evidente que puede ayudarnos a reconocer un buen traductor es el precio. No creo que haga falta explicar por qué una persona que ofrece servicios de traducción a 0.01€ no será la persona más indicada para el trabajo. Sobre todo porque si esa persona vive de las traducciones que realiza y paga los impuestos necesarios, tendrá que traducir millones de palabras para cubrir sus necesidades. Y si tenemos en cuenta que un traductor profesional solo puede traducir alrededor de 2.000 palabras al día, ya tendremos la respuesta.