¿Y si la definición de las emociones más básicas como el amor, el odio o la tristeza, no fueran universales?
Un estudio llevado a cabo por expertos de Psicología de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, en colaboración con científicos del Instituto Max Planck y la Universidad Nacional de Australia, indagó en los patrones lingüísticos de 2.474 idiomas de todo el mundo y concluyeron que, la conceptualización de las emociones más básicas como el dolor, la ira, la tristeza o la alegría presenta diferencias entre idiomas. Para poner a prueba esta hipótesis se apoyaron en una base de datos de conexiones interlingüísticas del Instituto Max-Planck que cataloga y relaciona los matices de los términos de una misma definición entre diferentes países.
Al parecer, la gramática y la pronunciación no son lo único que cambia. A ello habría que añadirle los matices de cada definición, en cada idioma. Como se vio en un estudio posterior, relacionado con los colores, la categorización de estos también varía de un idioma a otro.
Charles Darwin teorizaba sobre la existencia de unas «emociones universales primarias», que servían como fuente para el desarrollo de otras emociones. A esto debemos añadirle los matices que cada cultura puede aportar a la definición de estas emociones.
Como en la cultura japonesa, en la que decir «te quiero» o «te amo» en el contexto de pareja no es una expresión que se tome a la ligera. Los japoneses y japonesas solo utilizan estas palabras en ocasiones muy específicos. No existe la costumbre de su uso en un ámbito familiar. Los hablantes de este idioma esperan hasta encontrar el receptor y el momento adecuado.
En el caso de Latinoamérica ocurre todo lo contrario. El uso del «te amo» se sobrepone al uso del «te quiero», y su uso es más común, o menos coartado que en la sociedad japonesa. Esto se debe a una predisposición cultural que eleva el significado de las emociones. De este modo, cuando en Latinoamérica se utiliza «te amo» se hace con la mayor intensidad que se le puede dar a esta emoción.
Las emociones humanas se alejan de la universalidad, dejando su valor y definición no solo en manos de las palabras, también de la evolución biológica. Entonces, ¿son universales las emociones como el amor?
La respuesta es no.